Urbanismo para las personas
post_detailers_urbanismo_para_las_personas_cabecera

Las ciudades avanzan hacia un paradigma más sostenible e inclusivo, conectado con la naturaleza y que busca mejorar la calidad de vida de sus habitantes.

 

 

Reconexión natural



La pandemia de la Covid-19 experimentada hace más de cinco años en todo el mundo cuestionó un modo de vida y relación que, sin saberlo, ya se había quedado obsoleto, y dejó en evidencia la necesidad de planificar las ciudades desde un enfoque no sólo centrado en el rédito económico y la productividad, sino que además favorezca el bienestar del planeta y todos sus habitantes. Una invitación a cuestionar muchas de las realidades ya asumidas, pero no por ello ciertas, y reconectar con una naturaleza que, durante unos meses, recuperó su importante papel en un ecosistema del que todos formamos parte y, sin duda debemos conservar.

 

 

Ciudades sostenibles e inclusivas



Tradicionalmente asociada al entorno más rural, la naturaleza es un factor clave a la hora de determinar la calidad de vida de cualquier ciudad, pero no el único. La apuesta por un urbanismo sostenible e inclusivo, que favorezca un uso equitativo de los espacios, independientemente de la edad, género, estado físico o social, también es fundamental, tanto a través de espacios públicos de calidad, como de una movilidad que priorice el transporte público y las rutas caminables y ciclables.



Las ciudades que, con la llegada de los automóviles a principios de 1900, tuvieron que adaptarse y reorganizarse para separar el tráfico, relegando a los peatones a un segundo plano, vuelven a mirar hacia atrás, en una firme apuesta porque sus habitantes recuperen un espacio público que hace tiempo les fue arrebatado. Una movilidad basada en la propia actividad física y que incluye caminar, correr o ir en bicicleta, como un factor clave para reducir la contaminación y las emisiones de CO2, que mejora la condición física y mental, crea entornos urbanos más seguros y saludables, y ahorra en grandes infraestructuras.

 

 

Post_Detailers_Urbanismo para las personas_1

 

 

 

Urbanismo táctico, por y para las personas



En una situación de emergencia climática como la actual, es necesario redirigir la planificación urbana hacia un enfoque más amable, que ponga al ser humano en el centro. No se trata de diseñar sobre papel soluciones teóricas que muchas veces no tienen en cuenta las preexistencias o condicionantes del lugar; sino de analizar cada caso para determinar sus fortalezas y debilidades, y dar así la mejor respuesta. Un estudio personalizado, para el que la participación ciudadana es fundamental, porque, ¿qué mejor forma de aportar soluciones 'reales', que preguntar a quienes éstas van dirigidas?



Espacios comunitarios al aire libre, donde reunirse, conectar con la naturaleza o simplemente descansar; entornos peatonales que favorecen el concepto de la ciudad de los 15 minutos; o rutas ciclistas que invitan a una movilidad más sostenible y saludable, protagonizan un nuevo paradigma que rompe con el modelo convencional de ciudad, centrada en la circulación de vehículos. Un nuevo ecologismo urbano, al que además se suman iniciativas 'menos regladas' y que favorecen la economía colaborativa. Intervenciones de rápida implementación y reversibles, como acciones de microurbanismo que activan las relaciones en comunidad, huertos urbanos o proyectos locales que favorecen el abastecimiento, funcionan como laboratorios urbanos y permiten evaluar los resultados antes de su implantación definitiva.

 

 

Post_Detailers_Urbanismo para las personas_2

 

 

 

Casos inspiradores



Copenhague (conocida como la capital mundial de la bicicleta) y Amsterdam son dos referentes mundiales de ciudades caminables y ciclables, con redes de carriles bici y estacionamientos reservados para ellas, sistemas de bicicletas compartidas y una cultura que fomenta el uso de este vehículo y los desplazamientos a pie. En América Latina, Bogotá es una ciudad pionera en el uso de la bicicleta como medio de transporte ecológico y limpio.



En España, Vitoria fue en 1993 pionera en la apuesta por esta relación entre ciudad y naturaleza, a través de su proyecto del Anillo Verde. Una iniciativa urbanística y ambiental, compuesta por un conjunto de parques y corredores periurbanos que rodean la ciudad y transforman la periferia degradada en un espacio natural de alto valor ecológico, que mejora la calidad ambiental y facilita la adaptación al cambio climático al regular el efecto isla de calor del núcleo urbano.



Otros ejemplos son Barcelona, con una extensa red de carriles bici y que ha apostado por convertirse en una ciudad de barrios a través de su nuevo modelo urbano de 'Supermanzanas', donde cada superbloque se configura como una pequeña ciudad; y Burgos, que a través del proyecto Xpande busca crear un centro urbano expandido y centrado en la ciudad.

 

 

Post_Detailers_Urbanismo para las personas_3

 

 

 

Desafíos actuales



Aunque cada vez son más las ciudades que apuestan por crear una red de rutas peatonales y ciclables que reemplacen los desplazamientos en coche, todavía queda un largo camino por recorrer. Porque no se trata sólo de implementar carriles bici, y cerrar al tráfico determinadas vías o zonas; también hay que promover el desarrollo de barrios con usos mixtos y educar a la ciudadanía en un cambio del modelo de vida, a través de talleres e iniciativas centradas en las necesidades y condicionantes de cada colectivo, que hagan de este cambio un camino fácil, por el que apetezca transitar.

 



Redacción por Laura Novo