El proyecto arquitectónico de la nueva sede de Simon en Barcelona, de b720 Fermín Vázquez Arquitectos, transforma en edificio plenamente eficiente una estructura de mediados del siglo XX y la revaloriza.

“Cuando visitamos por primera vez el edificio de Simon en Barcelona, concluimos que lo más importante era preservar su estructura industrial original y enfatizarla”, explican desde el despacho b720 arquitectos, liderado por Fermín Vázquez.

De este modo, su propuesta arquitectónica ha transformado la antigua fábrica del Poblenou de Simon, edificada a mediados de siglo XX, en la nueva sede corporativa global de la empresa en el XXI. El edificio, bautizado como SWITCH, se ha diseñado con el objetivo puesto en alcanzar plena eficiencia y sostenibilidad, aplicar los últimos avances tecnológicos y prestar total atención al bienestar de los 350 empleados que aloja, así como a los visitantes que recibirá. En suma, persigue aportar innovación tanto en el factor técnico como en el humano.

El despacho de arquitectura ha puesto en valor lo que fue la propia fábrica de producción de Simon en la ciudad durante medio siglo, entre los años 1958 y 2008. Proyectada por el arquitecto Agustí Borrell Sensat, se construyó en dos fases, finalizando la segunda en 1964 con la adición de las dos plantas superiores. La remodelación ha trabajado sobre la estructura de hormigón original, que funciona como un diafragma, maximizando la entrada de luz natural. Y todos sus elementos se han mantenido y reparado. “No deseamos ocultar esta reparación. Queremos que la imagen del edificio se exprese a través de ella”, apuntan sus autores.

La planta baja, antaño opaca, hoy se abre hacia la ciudad con grandes ventanales. Y el acceso principal queda reubicado en el chaflán, cobrando centralidad y mayor representación.

Un casete como mecanismo tecnológico

Si bien la estructura de hormigón supone la base que sustenta el proyecto de rehabilitación, no es menos diseñado e integrado un nuevo elemento técnico: un casete como mecanismo complejo y tecnológico con cerramiento de vidrio que ofrece un comportamiento excelente, optimiza la entrada de radiación solar y se replica en toda la fachada. El casete queda retrasado respecto los pilares de hormigón, para otorgar el protagonismo a la estructura originaria del edificio.

“No hemos querido hacer un edificio icónico, ni una ocurrencia vistosa. Es justamente lo contrario. Pero sí tiene total ambición técnica. Lo vemos ejemplar porque es respetuoso con la ciudad de Barcelona”, señala Fermín Vázquez.

Según los arquitectos, el punto de partida fue un muy buen edificio, de considerable profundidad, aunque con dos fachadas. Esto permite, en las plantas de oficinas, que todos los espacios de trabajo disfruten de luz natural. En la crujía central se ubican funciones no permanentes, office, zona de reuniones y servicios.

Con la planificación de plantas abiertas se propulsa la interacción y el trabajo colaborativo, en una apuesta por flexibilizar el uso de todos los espacios. Las plantas superiores albergan terrazas ajardinadas con vistas a la ciudad. El proyecto quiere potenciar este ámbito exterior como lugar verde, agradable y de relax durante la jornada laboral.

Certificados de eficiencia y bienestar

En su edificación, SWITCH persigue la ejemplaridad medioambiental. Cuenta con el sello LEED Platino, máxima certificación internacional en eficiencia y sostenibilidad. Y con la certificación WELL, que evalúa un centenar de parámetros, enfocada al bienestar del empleado. El edificio ostenta la calificación energética A, con equipamiento de placas fotovoltaicas, y se haya conectado Districlima, red de producción de calor y frio centralizada en el distrito 22@, que le asegura mínimo consumo energético.

Según los responsables del proyecto, lo fundamental ha sido incorporar los conceptos sostenibles desde el principio. Al tratarse de un edificio fabril proyectado de forma austera y pragmática, señalan que la consecución de los objetivos planteados no resultó dificultosa.

“La verdadera sostenibilidad – afirma Fermín Vázquez- es la permanencia. Pensar a largo plazo. Minimizar la demolición. No deshacer nada que no merezca la pena deshacer. No hay un edificio más sostenible que el que dura mucho. Y, por supuesto, consume poco”.