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La arquitectura como herramienta de transformación social se confirma en las viviendas en cooperativa. Proyectos al servicio de una vivienda digna y asequible para todos.
Actualmente, en muchas grandes ciudades, el acceso a la vivienda de alquiler o de compra entraña cada vez más dificultad para amplias capas de la población, especialmente en barrios donde se produce una gentrificación. Esto ha motivado, en buena medida, el resurgimiento de la fórmula de edificar viviendas en cooperativa. Surge del deseo de grupos de ciudadanos de proveerse de una vivienda digna, estable y asequible, de colectivos que entienden la vivienda como un bien de uso y no especulativo.
En la última edición de los premios “EUmies Awards 22” que concede la Fundación Mies van der Rohe, el Premio Arquitectura Emergente Europea ha recaído en el edificio de la cooperativa de viviendas La Borda, desarrollado por el colectivo de arquitectos la Lacol en Barcelona. Se trata de un proyecto calificado por el propio jurado de los premios como “transgresor en un contexto donde la vivienda está dominada por intereses macroeconómicos”. Y es un proyecto pionero en nuestro país, con otros reconocimientos como el European Responsible Housing Awards o el Premio Ciudad de Barcelona.
Su modelo se basa en la copropiedad y la cogestión de recursos y capacidades compartidas. Los propios arquitectos del colectivo Lacol lo plantean como una fórmula replicable. Los procesos para edificar viviendas en cooperativa tienden a ser largos en el tiempo. Por ello, los precedentes de éxito son un buen ejemplo a seguir para agilizar términos. Así mismo, las políticas que determinen los ayuntamientos en materia de vivienda, pueden impulsarlas introduciendo el modelo cooperativo.
En la vivienda en régimen de cooperativa, a los futuros usuarios del edificio les es dado implicarse en la toma de decisiones, mediante procesos participativos. Es también una manera de aproximar la arquitectura a todas las personas que la utilizarán. Desde la fisonomía del edificio a los grados de relación con el entorno. Los cooperativistas definen si desean espacios comunitarios que puedan facilitarles el día a día y complementen funciones. Como lavandería común, cocina y comedor colectivo donde organizar celebraciones o turnos de cocinar entre familias, salas polivalentes, zona de juegos para niños, etc.
Algunos proyectos de vivienda cooperativa incorporan unas pocas habitaciones para invitados a disposición de la comunidad para alojar amigos o familiares visitantes. También, la opción de dedicar espacio a parking de coches o no dedicarlo. U optar por otro modelo de movilidad, reservando una zona de aparcamiento a bicicletas. Las opciones son variadas. En ocasiones, esta fórmula de vivienda acoge en la planta baja del edificio equipamientos o servicios afines a su filosofía vital, como una cooperativa de consumo con productos km 0.
Los edificios de viviendas en régimen de cooperativa actuales, generalmente son proyectos con una alta conciencia de sostenibilidad. La propia arquitectura abunda en estrategias para reducir la demanda energética e ir hacia el consumo casi nulo. Apuestan por el mínimo impacto ambiental en la fase de construcción y vida útil, y previene situaciones de pobreza energética. Como fórmula de autopromoción, son viviendas que soslayan el % de beneficios de una promotora inmobiliaria, situada entre un 20-30%. Además, si cuentan con servicios centralizados, el ahorro en consumos puede representar alrededor de un 25%.
En la última edición de los Premios de la Fundación Mies van der Rohe, donde participaron casi quinientas obras de 41 países distintos, se observa que la vivienda colectiva (que incluye cooperativas y otras opciones) es el principal programa representado en España. Y guarda relación con que por primera vez, desde 2003, en el conjunto de todos los proyectos nominados, la vivienda supera al equipamiento cultural en la participación global. Un indicador que sitúa en primera línea la importancia de una vivienda de calidad a todos los niveles. Y la necesidad de solventar deficiencias que la pandemia ha resaltado.
Los proyectos de viviendas en cooperativa son una práctica habitual en países centroeuropeos. Y una asignatura pendiente en España. Sin embargo, ahora comienzan a verse los resultados del trabajo hecho durante la última década, que ejercen de catalizador para las instituciones y la creación de nuevas cooperativas. Son proyectos donde la práctica arquitectónica se entiende como herramienta de transformación social. Una contribución a desmercantilizar la vivienda para que realmente sea un derecho básico, que puede convivir con el resto de fórmulas de edificabilidad.