
Cabosanroque son Laia Torrents Carulla y Roger Aixut Sampietro, quienes se definen como artistas sonoros. Con formación en música, ingeniería industrial y arquitectura, sus instalaciones exploran el sonido y sus capacidades performativas. Su trabajo cuestiona los espacios de exhibición y formatos, utilizando la tecnología como herramienta de investigación. Han expuesto internacionalmente en espacios como el Centro Pompidou de París, Cité de l’architecture, el CCCB de Barcelona, Schaubude Berlin, Fonoteca Nacional de México, Center of Contemporar Art of Glasgow, entre otros.
Son coautores de la instalación Trànsit expuesta en la Nave de Simon, en su sede corporativa de Barcelona durante la última edición del festival Llum Bcn 25. Con esta entrevista queremos conocer como han desarrollado esta pieza artística. Pero también, adentramos en un territorio todavía algo ignoto para el gran público: el del arte sonoro y su visualización, de la mano de un colectivo artístico pionero.

-Vosotros sois coautores de Trànsit. Aunque inicialmente fue Javier Jiménez de Studio Animal quien definió el tema del semáforo y os propuso colaborara con él ¿Qué os pidió?
-Nos llamó porque al iniciar el proyecto en seguida estableció una relación con una de nuestras líneas de investigación: el trabajo con el objeto común. Hace una década empezamos a interesarnos por el objeto de diseño industrial y los útiles cotidianos. Lo aprendimos de Joan Brossa y sus recursos creativos trabajando con la aliteración de palabras hasta que perdían su significado y creaban otro paradigma. Con la aliteración de objetos, desaparecen como tales y aparecen nuevas topografías y paisajes.
-Cómo explicaríais que es Trànsit.
-Es una instalación artística visual y sonora que toma el semáforo como elemento protagonista, pero va mucho más allá de su lenguaje, que es señalético, muy concreto y excluyente. En Trànsit lo hemos llevado a un lenguaje más abierto y ambiguo. Lo usamos como fuente de luz y expresión, no como código. En la instalación no solo aparecen los tres colores del semáforo, sino todo el tránsito que se establece entre ellos de gradaciones, para crear un nuevo escenario espacial, visual, sonoro, anímico.
-En Trànsit lo visual y auditivo están interconectados.
-La instalación es una experiencia donde luz y sonido se relacionan coreográficamente sirviéndose de las frecuencias lumínicas y sonoras que emiten los semáforos. Hemos querido llevar algo tan hierático y categórico como es el semáforo (foco, tiempo y posición), a la poética que nos ofrece su uso como fuente de luz… para que puedan aparecer espacios y tiempos ambiguos que no pertenecen ni a la exposición ni al ‘club’.

- ¿Cuál es la vía para crear una composición sonora a partir de un semáforo?
- Trabajamos con frecuencias electromagnéticas que son diferentes según el color. Sacamos el sonido, lo amplificamos y lo usamos en la composición. Un sonido eléctrico que manipulamos digitalmente. El rojo tiene un ruido, una frecuencia electromagnética distinta al amarillo y al verde. De modo que la composición de sonido y luz van al mismo tiempo. En términos formales, la composición transita de lo abstracto a lo concreto.
- El semáforo es, en si mismo, un aparato cotidiano y altamente tecnológico.
- Hemos aprovechado mucho la tecnología del semáforo. De hecho, es nuestra manera de trabajar. Estudiamos su tecnología. Y construimos un hardware para poder manipularlo y asociarlo al software de composición sonora y lumínica que utilizamos.
- Vosotros os definís como artistas del sonido.
- Somos artistas sonoros, pero trabajamos muy a menudo con la visualización del hecho sonoro. Para nosotros es muy importante la parte visual. Hay un festival en Glasgow que su definición nos idéntica bien a nosotros: “Sound art for visual minded”.
- Hoy es habitual que el arte incorpore tecnología ¿Qué aporta al arte?
- Para nosotros la tecnología es un medio, pero no un fin. No nos interesa el ‘arte tecnológico’. Envejece rápido y mal. Muchas veces escondemos la tecnología. No la hacemos presente. Así aparece la magia. La tecnología nos interesa mucho pero siempre al servicio de un concepto, entonces no envejece. Lo que aporta la tecnología al arte no lo sabemos. Pero sí, lo que el arte aporta a la tecnología. Y es que puedes llevarla al límite, buscar el error, la belleza. De la maquina nos interesa lo que no le es propio. La máquina es regular, precisa, no se equivoca. El arte te permite llevar la tecnología a otros paradigams. Solo cuestionándola es posible mejorarla.

- Como artistas y como tecnológicos, ¿qué papel juega la IA en vuestro trabajo?
- La IA es una herramienta que usamos y que también llegamos a cuestionar. Entendemos la IA como un sistema complejo de algoritmos. Hasta el momento no lo vemos más allá de una herramienta muy potente. Evidentemente, nos preocupa el uso que se pueda hacer. Con ella podemos resolver problemas tecnológicos y lingüísticos. Lo que tu tardarías siglos, te lo hace en cinco minutos. La usamos artísticamente, pero siempre dirigida por nosotros. Ahora nosotros le estamos usando en algún proyecto nuevo, pero de una forma muy restrictiva.
- Trànsit se reivindica como instalación que persigue la belleza ¿Qué es para vosotros?
- Es poesía. Tenemos una pieza Flors i viajes, inspirada en el libro de cuentos de Mercè Rodoleta, donde hablamos del horror de la forma más bella posible. La belleza no es algo bonito, es algo poético, que te sugiere, suficientemente abstracta como para no cerrar significados y también que te interpela.
- Mencionáis la patafísica en vuestro trabajo. Podéis explicar para un profano en que consiste.
- No hay una definición estricta. Salen varias del escritor Alfred Jarry, en su libro “Gestas y opiniones del doctor Faustroll”. Usa las definiciones científicas cambiando el punto de aplicación. Por ejemplo, si coges un urinario y le das la vuelta, las mismas propiedades físicas, cambiando el flujo del aire, puede convertirse en una campana de amplificación de graves perfecta, como una tuba. Lo hacemos también con los semáforos de la instalación Trànsit. Nos aprovechamos de sus propios recursos para los que fue creado y le cambiamos la aplicación.
- Vuestra trayectoria abarca física, metafísica, patafísica …
- En nuestro trabajo hemos evolucionado. Empezamos construyendo artefactos al servicio de la música, inspirados muchas veces por los conocimientos adquiridos a partir del trabajo de los hermanos Baschet. De sus conocimientos sacamos conocimiento de física del sonido. Con John Cage nos introdujimos en la metafísica del objeto. Con la patafísica fuimos más allá de la metafísica que condiciona demasiado lo que quieres explicar. Y ya no estamos allí. Ahora podríamos decir que estamos en la desaparición del objeto. Y trabajamos con elementos como la luz, agua, energía, tierra…
- En el año 2011 participasteis en Maquinofobiapianolera. Concierto escénico con Carles Santos, en el Mercat de les Flors. ¿Es una figura referente para vosotros?
- Sí, ha sido un referente grande. Estuvimos dos años juntos de gira con ese concierto. Hemos aprendido mucho con él, especialmente sobre el tiempo escénico y dramatúrgico. Tenía una gran conciencia del público, además de ser un gran músico. Pensamos que no ha sido valorado suficiente. Existen pocos artistas en el siglo XX como él.
- Hace diez años os trasladasteis a vivir a la ciudad de Banyoles desde Barcelona.
- La presión inmobiliaria nos llevó hasta allí. Necesitamos mucho espacio para nuestros proyectos. Coincidió que en el año 2015 hicimos una exposición en el Centro Arts Santa Mònica de Barcelona, un coleccionista la vio y nos ofreció ser artistas residentes en la Fundació Lluis Coromina en Banyoles. Allí estamos desde entonces. Nos fue muy bien el cambio. Dejamos de luchar contra todo lo que nos rodeaba y nos centramos en crear. En Banyoles en este momento hay un entorno artístico muy interesante.
- De donde sale el nombre Cabosanroque?
- Viene del primer instrumento que Roger construyó una berra (contrabajo de tres cuerdas de la cobla), con un viejo baúl de madera que encontramos en la calle Notariat de Barcelona. Llevaba una etiqueta con fecha de 1967, año en que una familia apellidada López viajó de Montevideo a Barcelona, e indicaba que llegaron con el barco Cabosanroque. Cogimos el nombre de quien había traído lo que sería nuestro primer instrumento.

- Vuestros orígenes con el sonido se remontan a principios del siglo XXI, en 2001.
- El inicio fue un grupo de música compuesto solo por arquitectos e ingenieros. Con una premisa, nadie podía tocar el instrumento que sabia tocar. (El piano es el instrumento de Laia, la guitarra el de Roger). La idea era acercarnos a la música de una forma más intuitiva. Además, cambiábamos a menudo de instrumento. Luego Roger comenzó él mismo a construir instrumentos y nos dimos cuenta de que teníamos un sonido único. Fue a partir de entonces que ambos empezamos a obsesionarnos por el sonido, después las automatizaciones y, de ahí, a la revolución industrial! Hoy entendemos cualquiera de nuestras piezas como una composición sonora, pero también como una obra escénica y lumínica, donde casi siempre visualizamos el hecho sonoro.
- El Centro de Arte Reina Sofía os acaba de encargar una pieza de arte sonoro ¿Está despegando esta manifestación del arte?
- El sonido es uno de los sentidos más olvidados por el mundo del arte. Sin embargo, en el ser humano es el más desarrollado desde el principio. Antes de nacer ya escuchamos perfectamente. Pero por otro lado todavía es una disciplina a veces poco comprendida… A un pintor nadie le dirá si puede poner un rojo menos estridente en una obra dentro de un museo. A un artista sonoro todavía le piden que lo baje. De todas maneras, el arte sonoro no es algo nuevo, ya en el s.XX hay muchos artistas que trabajan con el sonido como Tinguely, Joseph Beuys, Nam Junk Paik y por supuesto John Cage